La
Educación
Dominicana
De
Regreso al Pasado
por:
Rafael Alvarez Castillo
“…Hay
evidencias de que la profesión no
es atrayente para los mejores egresados
de la
secundaria y que con frecuencia
terminan
por acceder a ella quienes no pueden por
razones económicas o de calificación
académica, aspirar a otras profesiones”.
José
Rivero
Para
economistas, sociólogos,
politólogos y otros cientistas sociales latinoamericanos, la década
de los ochentas (1890-89) es considerada como la década perdida en
los países colocados al sur del río Bravo. Esta calificación está
sustentada en la depresión que sufrieron los principales indicadores
económicos y el impacto sociopolítico que la misma produjo en cada
uno de ellos.
Aunque las presiones de los
organismos internacionales encabezados por el Fondo Monetario
Internacional (FMI) para someter a las naciones bajo su égida a los
ajustes macroeconómicos y a la reducción de los gastos fiscales,
redujo a un 2% la deuda externa, de 410 mil millones a 401 mil
millones de dólares, (actualmente asciende a más de 619 mil
millones de dólares), la tasa de crecimiento del Producto Interno
Bruto fue de solo un 0.7%, según las cifras difundidas por la
Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en su balance anual
de 1988.
La
población de la región aumentó en cincuenta (50) millones de
personas (de 355 a 406 millones) entre 1980-1986, mientras que el
Producto Interno Bruto por habitantes se redujo en cerca de un 8%
retrotrayéndose al que la región había tenido en 1977. El ingreso
nacional por habitante en 1986 fue un 14% inferior al de 1980,
retrocediendo su valor al de 1976.
Los
efectos de la crisis se expresaron en la contracción en un 20% del
número de empleo generado anualmente entre 1980-1985, el desempleo
creció en más de un cincuenta por ciento (50%) ascendente a más de
siete (7) millones de desempleados, se produjo un crecimiento de la
informalización, la terciarizacion y el empleo en el sector público
y un deterioro generalizado de entre un 12% y 18% de los salarios o
remuneraciones de los trabajadores. La reducción del gasto social,
produjo déficits crecientes en los servicios de salud, alimentación,
deportes y un deterioro progresivo en los sistemas educativos.
En
lo que respecta a la educación, entre 1980 y 1986
la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)
registró una disminución de la inversión en educación por
habitantes en América Latina de ochenta y ocho (US$88) a sesenta
(US$60), dólares el Producto Nacional Bruto (PNB) destinado a
educación bajó de 3.9 en 1980 a 3.5 en 1986. Mientras esto sucedía
en los países de economía dependiente y pobres, en Asia y Estados
Unidos la inversión en educación por habitantes se incrementó de
38 a 52 US$ y de 113 a 141 dólares, respectivamente.
La
decersión y repitencia escolar se incrementaron significativamente,
se produjo un marcado deterioro de la calidad educativa, impactado
por los salarios de miseria que percibían los (as) maestros (as) y
una baja creciente del presupuesto destinado a la educación, lo que
ocasionó una devaluación de la profesión docente. Esta situación
obligó a los organismos internacionales que forman parte de la
Organización de las Naciones Unidas y otras instituciones de apoyo
social a promover planes y programas alternativos a la crisis que ya
se expresaba con gran énfasis en la mayoría de los países de
América Latina y había dejado como consecuencia diversos brotes de
rebeliones sociales.
En
el caso particular de la República Dominicana, la gravedad de la
crisis estuvo matizada por: la inflación, el alza en la prima del
dólar, el incremento en los precios de los artículos de primera
necesidad, la reducción del gasto corriente, el crecimiento del
desempleo (el 71% de la población económicamente activa -PEA- no
tiene empleo fijo), bajo salario y reducción de su capacidad
adquisitiva, precariedad de los servicios públicos, la
especialización de un porcentaje cada vez mayor de millones de
dólares al pago de la deuda externa, que junto a la destrucción del
aparato productivo nacional, produjeron grandes conmociones sociales,
siendo la más trascendente la de abril de 1984.
La
disminución presupuestal, el bajo salario de los (as) maestros (as),
($780.00 por tanda), la baja calidad de la educación, la ausencia de
material didáctico, la obsolescencia de la oferta curricular, el
altos índices de repitencia, la decersión escolar, la baja
cobertura de la educación inicial (16.8%), el creciente
analfabetismo, el descuido de la educación técnica, la brevedad del
calendario escolar, la escasa atención a los estudiantes pobres, la
desvinculación familia-comunidad-escuela, el deterioro de la
infraestructura física, el empobrecimiento del maestro (a), muchos
de los cuales abandonaron la escuela para emplearse en otras áreas o
emigrar hacia Estados Unidos, Puerto Rico o Europa y una ineficiente
estructura administrativa, constituyeron los aspectos más destacados
del perfil característico del sistema educativo durante la
postrimería de los ochenta.
La
crisis económico-social que afectó el país durante la llamada
década perdida colocó la educación dominicana al borde del
precipicio. Todos los sectores de la vida nacional se vieron
impactados y preocupados por la creciente perdida de valores y el
desorden en el sistema educativo. Para demandar soluciones la
Asociación Dominicana de Profesores realizó intensas y largas
jornadas huelgarias durante los años 1988, 1989 y 1990, que marcaron
el paso de otras acciones institucionales que sirvieron de
antecedentes a la elaboración y puesta en marcha del Plan Decenal de
Educación.
Durante
los meses finales del año 1988 los empresarios de Herrera, el
Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y la Fundación
Friedrich Ebert, dieron inicio a importantes reflexiones educativas a
través del espacio “Plan Educativo”, dando a conocer un Decálogo
Educativo. En 1990 la pontificia Universidad Católica Madre y
Maestra elaboró una propuesta institucional para proponerla al
gobierno y los candidatos a puestos electivos en las elecciones de
ese año. Acción para la Educación (EDUCA) comenzó a desarrollar
programas de apoyo a la Educación Básica.
En
marzo de 1990 se realizó en Jomtien Tailandia la Conferencia Mundial
de Educación para Todos, en la que participó el secretario de
educación de la época, Dr. Nicolás Almánzar donde se concibió la
elaboración de un Plan Global de Desarrollo Educativo para relanzar
la educación de cara a los desafíos del presente y el futuro.
Durante el mes de septiembre del mismo año la Asociación Dominicana
de Profesores realizó su Sexto Congreso Nacional, aprobando un
documento sobre la Situación de la Educación y Perspectivas para el
año dos mil (2000).
Estas
actividades motivaron la creación de un movimiento encaminado a
producir cambios en la educación dominicana. Para
coordinar las acciones de elaboración del Plan Decenal se produjo un
acuerdo interinstitucional de sectores oficiales, organismos
internacionales, empresarios, gremios, iglesias y otros no
gubernamentales que echaron a andar un proyecto de reforma educativa
que creó enormes expectativas y mejoró aspectos esenciales del
sistema educativo Nacional.
En
el marco de la aplicación del Plan Decenal, reforma educativa que ya
hemos calificados de cosmetológica y en extremo limitada, por no
haber estado antecedida de cambios en las relaciones de poder
económico y político del país y por obedecer a los dictámenes de
los organismos internacionales, fue promulgada le Ley General de
Educación número 66’97 (el 15 de abril de 1997), se aprobó y
puso en vigencia el nuevo Diseño Curricular (ordenanza 1’95), se
mejoró el salario del maestro, se aplicaron incentivos
escalafónarios a la profesión y al desempeño docente, se inició
el desayuno escolar y la entrega de libros de textos y cuadernos de
trabajo a los estudiantes, se iniciaron los laboratotorios de
informática, se mejoró la estructura física de muchas escuelas y
Liceos y se produjo un mayor acercamiento entre la escuela-comunidad,
se desarrollaron programas de titulación y capacitación para
maestros (as) en servicios, entre otras acciones que buscaban detener
el extraordinario deterioro en que había caído el servicio
educativo nacional.
Indudablemente,
que el Plan Decenal de Educación constituyó un paso de avance para
la educación dominicana, logrado mediante una gran inversión en
millones de dólares realizada a través de prestamos y donaciones
del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Agencia
Interamericana de Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas Para
el Desarrollo, Lomé IV y otros organismos crediticios, pero también
contó con el incremento del gasto público en educación por parte
del gobierno central, que de un gasto total de 1.3% del Producto
Interno Bruto (PIB) en 1992 (inicio del Plan), lo mantuvo en 2.4%
como promedio durante los diez años de la reforma educativa.
En
la medida en que los recursos externos se fueron achicando,
disminuyeron los programas que beneficiaban directamente a los
actores del proceso educativo. De esta manera, luego de concluido el
período de la reforma, el gobierno presentó un Plan Estratégico de
Desarrollo de la Educación (2003-2012) que procura dar respuesta a
los compromisos de Dakar 2000, universalizando la educación básica,
elevando la calidad y mejorando la satisfacción de las necesidades
de aprendizaje de la población dominicana.
El
Plan Estratégico de Desarrollo no termina de arrancar y todo parece
que las actuales autoridades no hacen mucho esfuerzo por ceñir sus
acciones a los objetivos del mismo, prefiriendo impulsar programas a
través del denominado Foro Presidencial por la Excelencia Educativa.
Pero lo que preocupa es que no se observan acciones concreta para
cumplir con el articulo 197 de la Ley General de Educación número
66’97, que en materia de financiamiento expresa que: “El
gasto público anual en educación debe alcanzar…un mínimo de un
dieciséis por ciento (16%) del gasto público total o un cuatro por
ciento (4%) de Producto Bruto Interno (PBI) estimado para el año
corriente, escogiéndose el que fuere mayor de los dos” y
esto va acumulando una gran deuda con la sociedad, que luego puede
tornarse en irrecuperable.
El
presupuesto educativo actual
es igual a veintidós mil once millones de pesos ($22,011.000000),
equivalente al 1.8% del PBI y a un 9% del presupuesto General y Ley
de Gastos Públicos. Este promedio del PBI se mantiene desde el año
2003, lo que explica una especie de estancamiento y hasta retroceso
de algunos indicadores educativos, sin que se vislumbre una
estrategia de desarrollo educativo clara precisa y confiable, que
permita detener el desbalance entre el salario del maestro (a) y el
valor de la canasta familiar, cumplir con los objetivos del milenio
y aplicar el articulo 8 numeral 16 de la constitución, ofreciendo
cobertura educativa universal, gratuita y obligatoria para todos
(as), así como asumir un efectivo programa de alfabetización que
reduzca el 17% de analfabetos que existe actualmente.
El
informe de seguimiento de la Educación para todos en el mundo 2005,
recoge entre sus indicadores educativos que en la República
Dominicana, solo 35 de
cada cien niños en edad de inscribir el nivel reciben educación
inicial, 25 de cada cien que inician la Educación Básica no la
terminan y 33 de cada cien personas en condiciones de cursarla, no se
inscriben en la educación Media. Estas cifras reflejan grandes
retrasos para cumplir con los objetivos del milenio y aún más para
iniciar el camino ascendente que nos aleje de la pobreza en que vive
una parte significativa de la población.
El
programa líder de la Secretaría de Estado de Educación no puede
seguir siendo la instalación de laboratorios de informática en los
Liceos y escuelas del territorio nacional, mismos que en ocasiones
resultan infuncionales. La crisis de valores, el auge de la
delincuencia y la criminalidad, los requerimientos del mundo laboral,
requieren de una escuela más activa y critica, constructora de
conocimiento científico, promotora y forjadora del juicio reflexivo,
creadora de espacios para el desarrollo de habilidades, destrezas y
actitudes que reivindiquen lo mejor del ser humano, incentivadora del
deseo de vivir como aspiración natural y principal de los niños,
adolescentes y jóvenes, a los cuales el Estado y la sociedad están
conminados a retener en el espacio escolar.
Hoy
el panorama luce sombrío, constituyendo la mayor desesperanza la
ausencia de un discurso sindical subvertidor de la pasividad oficial.
La Asociación Dominicana de Profesores, histórico instrumento de
defensa de los intereses del maestro y la educación nacional,
fundada el 13 de abril de 1970, se mantiene rezagada, tanto en el
discurso pedagógico como en la acción gremial y sus dirigentes se
han ilegitimados frente a las bases magisteriales, luego de más de
cinco (5) años sin realizar el proceso electoral que cada dos años
debe escoger sus direcciones: municipal, provincial y nacional. Solo
una rebelión organizada y consciente de los educadores de todas las
provincias que conforman el territorio insular, puede salvarla de una
debacle mayor.
Es
evidente que a pesar del Plan Presidencial por la Excelencia
Educativa, las computadoras, los concursos y uno que otros programas
de capacitación, el panorama educativo presenta niveles de regresión
en varios indicadores a épocas que se entendían superadas.
Reconocer que la educación es un factor de desarrollo, implica
producir la inversión que la misma requiere para cumplir con el rol
que los tratadistas del desarrollo humano le asignan. Para que esto
se haga realidad no hay que hacer congresos ni seminarios, sino
cumplir con lo que dispone la ley de educación vigente.
La
atención a los actores del proceso educativo, a la planta física
escolar, la protección a la familia, son medidas urgentes, si
queremos mantener la esperanza en un sistema educativo científico,
integral y solidario, capaz de formar seres humanos con la
competencia humana y laboral, aptos para la convivencia social
armónica y el mundo productivo. No podemos atraer buenos bachilleres
hacia las carreras pedagógicas si estos no perciben mejores
condiciones de vida y de trabajo en nuestras escuelas y Liceos
públicos.
Es un gran articulo, lo recomiendo pues recoge todos los acontecimientos relacionados con el avnce educativo desde el 1988 hasta el 2012
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